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Avanzar implica cambiar

La vida siempre nos presenta retos. A veces los recibimos con los brazos abiertos, y otras veces parece que solo vienen a desbaratar nuestros planes, obligándonos a cambiar. Lo paradójico es que, si miramos atrás, veremos que aquellos desafíos que en su momento nos incomodaron fueron los que más nos impulsaron. Nos ayudaron a darnos cuenta de que estábamos estancados en el intento de mejorar, y que necesitábamos dar un paso hacia la acción

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El miedo al cambio es lo que nos mantiene inmóviles. Sin embargo, la naturaleza, de la que formamos parte, está diseñada para avanzar. Y si “mover cielo y tierra” no es suficiente para que reaccionemos, activará el siguiente elemento: el fuego.

El fuego es el tercer elemento simbolizado en las estupas budistas. En la estupa de Boudhanath, tiene una representación muy especial. A diferencia de otras estupas donde el fuego tiene forma de cilindro, aquí se presenta como escalones. Esta estructura nos invita a ascender, a actuar. Son los trece peldaños que nos conducen hacia la iluminación y la sanación completa.

La estupa de Boudhanath

Tengo un cariño especial por esta estupa, ya que la visito a diario; está cerca de donde vivo y su energía siempre me conmueve. Me gusta darle vueltas como hacen muchas personas cada día en un ritual que se llama Kora y que aprendemos también durante el viaje a Nepal que realizamos en grupo. Es uno de los monumentos budistas más grandes y sagrados del mundo. Ubicada a unos 11 kilómetros del centro de Katmandú, Nepal, es un lugar de peregrinación tanto para los budistas tibetanos como para los nepalíes. Su imponente estructura, su simbolismo espiritual y su historia la convierten en un ícono esencial del Himalaya.

La estupa fue construida en el siglo V o VI d.C., durante el reinado del rey Licchavi. Aunque su origen exacto está rodeado de misterio, hay una leyenda que ilustra a la perfección el paso de la intención a la acción, activando el fuego interior.

Se dice que fue erigida por una devota budista llamada Jadzima. Con gran fe, solicitó al rey permiso para construirla. Aunque el rey dudó al principio, finalmente le concedió la tierra. Jadzima y sus cuatro hijos emprendieron la construcción. Al finalizar, pidió bendiciones para que sus hijos reencarnaran en grandes figuras de poder. Según la creencia, uno de ellos se reencarnó como Songtsen Gampo, el rey tibetano que introdujo el budismo en Tíbet.

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Simbología sagrada

Uno de los aspectos más icónicos de la estupa de Boudhanath son los “ojos de Buda“, pintados en los cuatro lados de la torre cuadrada. Estos ojos representan la omnisciencia de Buda, observando todo lo que ocurre en el mundo. Justo debajo de los ojos hay un pequeño símbolo similar a una interrogación, que es el número uno en nepalí, simbolizando la unidad de todas las cosas. Curiosamente, en la astrología occidental, los ojos también se asocian con el fuego. En particular, representan al signo de Aries, el arquetipo de la acción por excelencia. Esas son las sincronicidades de la vida 🙂

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La energía del fuego: el despertar del dragón interior

El fuego interior, esa energía vital que reside en nuestro vientre (plexo solar), es fundamental para la acción y el cambio. En sánscrito, esta energía se llama Samana Vayu, y en tibetano, Mam Iyam. Esta fuerza regula todo lo que ingerimos, equilibrando y digiriendo no solo alimentos, sino también información y experiencias. Cuando esta energía se bloquea, puede manifestarse como problemas digestivos o fatiga.

A nivel mental, el fuego interior nos ayuda a procesar las dificultades y convertirlas en lecciones. Si está fuerte, somos capaces de dejar atrás la negatividad y avanzar con mayor facilidad.

Ejercicio: Activa tu poder

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Instrucciones del ejercicio:

  1. Siéntate cómodamente en el suelo o en una silla. Identifica un conflicto interno que puedas asociar a esta energía. Hazlo sin juzgarte ni culparte, simplemente reconócelo.
  2. Conéctate con tu cuerpo. Imagina que este conflicto está ubicado en la zona del plexo solar. Acepta esta sensación con ternura y comprensión.
  3. Inhalación: Respira profundamente por la nariz, y sigue el flujo de aire con tu mente hasta el vientre, donde reside el bloqueo.
  4. Exhalación: Libera el aire, imaginando que la respiración sale por tu ombligo, llevándose con ella la incomodidad de ese conflicto.

Repite este ciclo varias veces, hasta que la sensación incómoda desaparezca. Notarás un espacio nuevo donde antes sentías bloqueo, un espacio que puedes llenar de amor y vitalidad. Familiarízate con esta sensación y hazla parte de tu día a día.

Puedes repetir este ejercicio tantas veces como lo necesites. Con práctica y constancia, lo que antes te perturbaba dejará de ser un conflicto y aprenderás a gestionarlo con mayor facilidad.

En mi próximo post daremos un paso más y avanzaremos hacia el poder creativo de la mente. Mientras tanto, practica lo que has aprendido hoy; te servirá de base para la siguiente etapa.

Un abrazo vital,

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