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Arte, sanación y conexión con la energía vital

El arte y la sanación son dos de mis grandes pasiones. He tenido la fortuna de estudiar arte sagrado oriental, basado en la geometría sagrada y desde el principio me sorprendió cómo está íntimamente ligado a los códigos utilizados por las medicinas ancestrales del Himalaya.

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En Occidente, también tenemos símbolos similares que se han empleado desde los inicios de la alquimia y la química y que nos hablan de la conexión entre el cuerpo y la mente. Sin embargo, en Oriente se añade un tercer componente: la energía vital.

Esta energía, conocida en sánscrito como vayu y en tibetano como lung, se distribuye por diferentes zonas del cuerpo, sirviendo de base para el desarrollo tanto del cuerpo como de la mente. Desde mi perspectiva, esta fuerza guarda una estrecha relación con los mecanismos descritos por la biofísica moderna.

Cuando la energía vital fluye de forma armoniosa en cada zona del cuerpo, disfrutamos de una salud plena tanto física como emocional. Por el contrario, cuando está bloqueada o en desequilibrio, enfermamos. La clave para la sanación y el bienestar personal reside en trabajar de manera consciente con esta energía vital.

La estupa de Namo Buddha

Las estupas son monumentos que se construyeron utilizando los principios de la geometría sagrada relacionada con los cuatro elementos (o cinco, como veremos más adelante). Simbolizan la salud perfecta en sus dimensiones material y espiritual. Se consideran códigos o mapas que nos ayudan en nuestros procesos de sanación integral. Hoy me gustaría hablarte de la estupa de Namo Buddha y exploraremos su significado y simbolismo.

Namo Buddha es uno de los principales lugares de peregrinación budista en Nepal, situado en la región de Kavre, a unos 40 km al sureste de Katmandú. Este lugar sagrado está asociado a una leyenda profundamente simbólica que ilustra valores fundamentales del budismo, como la compasión y la generosidad. Forma parte esencial de nuestro itinerario durante el viaje a Nepal que realizamos en grupo.

La historia cuenta que hace miles de años, el príncipe Mahasattva caminaba por un bosque cuando se encontró con una tigresa extremadamente debilitada por el hambre. Junto a ella estaban sus crías, también famélicas. El príncipe, conmovido por la desesperación de la tigresa, decidió sacrificarse para que ella pudiera sobrevivir y alimentar a sus cachorros. Tras este sacrificio, el príncipe renació como Buda Shakyamuni, quien enseñó el budismo actual con el fin de aliviar el sufrimiento de todos los seres.

Hoy, en el lugar donde el príncipe ofreció su vida, se erige una estupa, una de las tres principales de Nepal, junto con Swayambhunath y Boudhanath, ubicadas en Katmandú.

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Simbología sagrada

Al igual que en muchas construcciones sagradas de Occidente, las estupas siguen la simbología del cubo y la esfera. El cubo representa el elemento tierra (cuerpo vinculado al elemento tierra), mientras que la esfera simboliza el cielo (mente vinculada al elemento agua). Así, tierra y cielo se unen en estas estructuras. En Oriente, en el interior de esta unión de formas se coloca una estatua de Buda, representante de esta conexión entre lo divino y lo terrenal. En las iglesias occidentales, este mismo simbolismo se refleja en el altar, donde se celebran los ritos de la comunión crística.

Las similitudes místicas entre ambas tradiciones me fascinan y las respeto profundamente, especialmente cuando se relacionan con la sanación integral.

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La energía vital descendente: el poder creativo de cielo y tierra

Esta energía, conocida en sánscrito como Apana Vayu y en tibetano como Tsursil, se asocia con los elementos tierra y agua, y se localiza en la parte inferior del cuerpo, desde la cintura hasta los pies. Gobierna los movimientos descendentes y hacia el exterior controlando funciones como la micción, la defecación, el ciclo menstrual, el parto y la eyaculación.

En el ámbito mental, los desequilibrios en esta energía pueden estar relacionados con sentimientos de fracaso, traumas sexuales, la sensación de no tener control sobre nuestra vida o la dificultad para manifestar nuestros objetivos. Cuando está equilibrada, nos ayuda a enfrentar los desafíos, procesarlos y dejarlos ir manteniéndonos optimistas y creativos.

Ejercicio: Liberar el conflicto

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Instrucciones del ejercicio:

  1. Siéntate cómodamente en el suelo o en una silla. Identifica un conflicto interno que puedas asociar a esta energía. Hazlo sin juzgarte ni culparte, simplemente reconócelo.
  2. Conéctate con tu cuerpo. Imagina que este conflicto está ubicado en la parte inferior de tu cuerpo, en la zona pélvica y piernas. Acepta esta sensación con ternura y comprensión.
  3. Inhalación: Respira profundamente por la nariz y sigue el flujo de aire con tu mente hasta la base de tu columna, justo en el suelo pélvico y piernas, donde reside el bloqueo.
  4. Exhalación: Libera el aire, imaginando que la respiración desciende por tus piernas y sale por tus pies, llevándose con ella la incomodidad relacionada con tu conflicto.

Repite este ciclo varias veces, hasta que la sensación incómoda desaparezca. Notarás un espacio nuevo donde antes sentías bloqueo, un espacio que puedes llenar de amor y vitalidad. Familiarízate con esta sensación y hazla parte de tu día a día.

Puedes repetir este ejercicio tantas veces como lo necesites. Con práctica y constancia, lo que antes te perturbaba dejará de ser un conflicto y aprenderás a gestionarlo con mayor facilidad.

En mi próximo post, seguiré profundizando en estos temas. Mientras tanto, practica lo aprendido hoy; te servirá de base para la siguiente etapa.

Un abrazo cielo-tierra,

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